Recommended

ACTUAL: OPINIÓN |
Esta Navidad, ¿qué significa amar como Jesús?

Esta Navidad, ¿qué significa amar como Jesús?

Getty Images

Esta Navidad, ¿qué significa amar como Jesús?

Diciembre es uno de los meses más oscuros del año. Los días son más cortos, las mañanas son más oscuras y las nubes grises suelen ser una constante. Con este cambio de clima llega lo que los médicos llaman trastorno afectivo estacional, también conocido como depresión estacional. Esto no hace más que aumentar la soledad en los Estados Unidos, que ya se encuentra en niveles epidémicos.

[Estamos en WhatsApp. Empieza a seguirnos ahora]

La respuesta surge frente a un trasfondo de soledad y oscuridad, tanto antigua como presente, donde el mensaje de Navidad brilla con mayor intensidad: Emmanuel, Dios con nosotros.

Reciba GRATIS nuestras últimas noticias

Suscríbase para recibir un boletín con las noticias más destacadas (¡además de ofertas especiales!) de The Christian Post. Sea el primero en enterarse.

Es fácil mirar a nuestro alrededor lo que sucede hoy y pensar que este es un período de la historia singularmente difícil. De hecho, hay una cantidad desgarradora de sufrimiento en todo el mundo, y nuestro momento cultural sigue planteando desafíos únicos. Pero esa no es una historia nueva. Esto ha sido cierto en cada período de la historia, remontándonos a aquella primera Navidad cuando se dio esperanza a un mundo sin esperanza.

María y José vivieron en una época de ocupación romana, corrupción política y opresión religiosa. El pueblo judío era sistemáticamente deshumanizado y oprimido. Cuando oyeron que venía un Mesías, esperaban a un paladín político y un rey conquistador que los librara del sufrimiento, no a un bebé envuelto en pañales.

Fue en un mundo tan empañado por el pecado y el mal, tal como nuestro mundo de hoy, donde nació Jesús. Deje que eso cale hondo. El Dios del universo tomó carne humana y entró en un sufrimiento que Él no hizo nada para causar. Con demasiada frecuencia, no logramos captar el profundo significado de esta verdad porque nos resulta familiar. Este año, no cometamos el error de pasar por alto el milagro del nacimiento de Cristo, porque lo cambia todo.

En Navidad, Dios declaró que no estaba con nosotros solo de una manera cósmica y espiritual, aunque lo estaba y lo sigue estando. No, en Navidad, Dios se convirtió en Emmanuel, Dios con nosotros en carne y hueso. En la persona de Jesús, Él entró en nuestra experiencia y la vivió, sondeando las profundidades de la experiencia humana, desde el dolor hasta la alegría.

Eso lo cambia todo. Significa que tenemos a un Dios que sabe lo que es sufrir humanamente, de una manera que no es solo intelectual, sino experiencial. Hebreos 4:15 nos dice que Jesús puede compadecerse de nuestra debilidad porque ha pasado por lo peor que este mundo tiene para ofrecer. El autor de Hebreos continúa diciendo que, debido a que esto es cierto, podemos estar seguros de que Dios nos dará fuerzas en todas y cada una de las circunstancias, por difíciles que sean.

Es por Su misericordia que Él está siempre con nosotros.

Eso es lo que el mundo necesita esta Navidad. Podemos reconocer que el mal es real, pero negarnos a ser gobernados por su realidad. En cambio, podemos mirar a aquel que se sienta en el trono del Cielo, recordando que Él ha estado donde nosotros estamos y camina junto a nosotros a través de todo.

Si quitamos todas las luces y regalos, la comida y las decoraciones, la música y las festividades que acompañan a esta época del año, nos quedamos con una verdad increíble: nunca estamos solos. No importa lo que este mundo nos depare, Dios sigue siendo Emmanuel, sigue estando con nosotros.

Creer esta verdad debería cambiar nuestra forma de vivir en este mundo, independientemente de lo que suceda a nuestro alrededor. Debería darnos una confianza y un encanto que no tienen sentido lógico. Debería llenarnos de una esperanza que soporta el sufrimiento.

Por encima de todo, amar como Jesús debería cambiar la forma en que nos presentamos ante los demás. Al comprender plenamente que Dios dejó el cielo para estar con nosotros, nos sentimos llamados a extender ese mismo tipo de presencia amorosa y contracultural a los demás.

Y no hay mejor momento para ello que la Navidad. Así que, invite al extraño a su servicio de Nochebuena, vaya a cantar villancicos a un hogar de ancianos, sea voluntario en un banco de alimentos, reserve un lugar extra en su mesa esta Navidad y pídale a Dios quién quiere Él que esté allí.

Ser las manos y los pies de Jesús en un mundo oscuro y solitario significa salir de nuestra zona de confort para buscar a los más pequeños y brindarles el mismo cuidado y presencia que a todos se nos mostró en el pesebre.