Por qué los cristianos deben prestar atención a la amenaza nuclear de Irán

El presidente Donald Trump está visitando el Medio Oriente esta semana como parte de una gira por varios países con el objetivo de negociar un nuevo acuerdo nuclear con Irán. Desde que el expresidente Barack Obama implementó el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) durante su segundo mandato, Estados Unidos ha tratado de detener el enriquecimiento de uranio por parte del régimen iraní, lo cual le permitiría desarrollar un arsenal de armas nucleares.
Un Irán armado con armas nucleares es comparable a una Alemania nazi con el mismo poder destructivo. No se trata de un simple conflicto diplomático, sino de una amenaza existencial para la estabilidad regional y la seguridad global.
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Irán ha operado en América Latina durante décadas, estableciendo un centro de actividades ilícitas con el lavado de dinero, el narcotráfico y el contrabando de armas. Además, ha respaldado el fortalecimiento del régimen dictatorial de Nicolás Maduro en Venezuela, sirviendo como uno de los pilares que mantienen a flote su maquinaria represiva. Irán también ha sido vinculado a los atentados terroristas en Buenos Aires (AMIA y la Embajada de Israel) y es ampliamente considerado como el principal patrocinador ideológico y logístico detrás de los trágicos ataques del 7 de octubre perpetrados por Hamás contra civiles israelíes.
La política de disuasión y su fundamento moral cristiano
La política del presidente Trump combina la presión económica con la opción de una respuesta militar limitada como último recurso. Para muchos creyentes, esta postura no solo es válida políticamente, sino también moralmente defendible desde una perspectiva bíblica.
1. La Biblia llama a resistir al mal.
Dios no es indiferente ante la injusticia. En Romanos 13:4, el apóstol Pablo declara que la autoridad civil es un “servidor de Dios para tu bien”, y añade que “no lleva la espada en vano” porque “es vengador para castigar al que hace lo malo”. Esto significa que los gobiernos tienen el mandato divino de proteger a sus ciudadanos del mal, incluso mediante el uso legítimo de la fuerza.
La teoría cristiana de la guerra justa, desarrollada por San Agustín y posteriormente por Santo Tomás de Aquino, sostiene que el uso de la fuerza es moralmente justificable cuando:
a) Es el último recurso,
b) Tiene una causa justa (como la protección de inocentes),
c) Y es dirigida por una autoridad legítima.
Agustín de Hipona resumió esta visión al decir: “Toda guerra se hace por causa de la paz.”
2. La no proliferación nuclear es una responsabilidad moral
Dios es un Dios de orden, no de caos (1 Corintios 14:33). El poder destructivo de las armas nucleares, en manos de un régimen autoritario y teocrático como el de Irán, representa una amenaza directa a la creación y la vida humana.
Apocalipsis 11:18 dice que Dios “destruirá a los que destruyen la tierra”. El uso imprudente o la amenaza del uso de armas nucleares encaja precisamente en esta advertencia.
Un Irán nuclear desataría una carrera armamentista en el Medio Oriente, alentando a otros países de la región a desarrollar sus propios arsenales. Esto aumentaría el riesgo de una catástrofe global, algo contrario al llamado cristiano de ser pacificadores (Mateo 5:9) y protectores de la vida.
3. Irán es un perseguidor implacable de los cristianos
Desde la Revolución Islámica de 1979, el régimen iraní ha perseguido brutalmente a los cristianos. Pastores han sido encarcelados, iglesias clandestinas han sido allanadas, y la conversión del islam al cristianismo es considerada delito. Irán también financia grupos como Hezbollah y Hamás, responsables de innumerables atentados contra cristianos y judíos en la región.
Hebreos 13:3 nos exhorta: “Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.”
Apoyar a un régimen que oprime a la Iglesia es moralmente incompatible con la fe cristiana. Un Irán con armas nucleares tendría mayor impunidad para reprimir internamente y exportar su ideología de odio al extranjero.
4. Estados Unidos puede actuar con prudencia sin comprometer a su ejército
Incluso si las negociaciones fracasan, no es necesario que Estados Unidos emprenda una guerra total ni que ponga tropas en el terreno. El apoyo logístico, diplomático y estratégico a Israel —quien posee la capacidad militar para neutralizar amenazas nucleares en la región— puede ser suficiente para contener la amenaza.
Israel no está interesado en un cambio de régimen, y tampoco lo está Estados Unidos. Esa responsabilidad recae sobre el pueblo iraní. Pero una operación militar quirúrgica contra las instalaciones nucleares —como último recurso— puede prevenir un conflicto de mayor escala.
Conclusión
Como cristianos, no estamos llamados a ser pacifistas ingenuos, sino pacificadores valientes (Mateo 5:9). Cuando la vida, la libertad y la justicia están en peligro, debemos apoyar las políticas que buscan la paz a través de la firmeza.
No apoyar una acción responsable frente al peligro de un Irán nuclear sería cerrar los ojos al sufrimiento de millones y a la posibilidad real de una tragedia irreversible.