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La gratitud no está reservada para personas cuyas vidas son perfectas

La gratitud no está reservada para personas cuyas vidas son perfectas

Unsplash/ Kiy Turk

Cuando somos niños, nuestros padres nos inculcan el valor de decir "gracias" después de recibir algo. Pero, ¿qué pasaría si ese simple acto no se practicara sin pensar, por costumbre, sino con un corazón de gratitud genuino? ¿Qué pasaría si el agradecimiento no fuera algo a lo que dedicamos un día al año, sino algo que integramos en nuestra vida diaria?

A medida que nos acercamos a esta temporada de Acción de Gracias, nuestro objetivo debe ser encontrar una manera de dar gracias –directamente al Señor– de forma semanal, diaria o incluso cada hora.

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En Lucas 17, leemos la historia de diez hombres que se quedaron a la distancia, clamando a Jesús por sanidad. Eran leprosos: marginados, olvidados y que vivían al margen de la sociedad. Movido por la compasión, Jesús les dijo que fueran y se mostraran a los sacerdotes, y mientras iban, fueron sanados. Pero la historia no termina ahí. Nueve siguieron su camino, pero uno regresó con un espíritu de agradecimiento y cayó a los pies de Jesús. Y Jesús le dijo: “¿No fueron diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? Luego le dijo: ‘Levántate y vete; tu fe te ha sanado’”.

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Esta historia es más que un milagro; es un espejo. Nos muestra lo fácil que es recibir bendiciones y seguir caminando, y lo raro que es volver atrás y decir "gracias". La diferencia entre los nueve y el uno no radicó en lo que recibieron; fue en cómo respondieron. Los 10 hombres fueron sanados, pero solo uno fue hecho íntegro. El leproso agradecido no solo consiguió que su piel fuera limpiada; su alma fue restaurada.

La Acción de Gracias no debe ser solo algo de moda en lo que nos centramos una vez al año en la mesa. Debe convertirse en una postura que determine cómo vivimos cada día. Un corazón agradecido mantiene vivo el milagro. Dice: “Dios, recuerdo dónde estaba cuando me encontraste. No he olvidado lo que hiciste”.

Vivimos en una cultura que se mueve rápidamente de bendición en bendición. Oramos por puertas abiertas, por sanidad o por provisión. Sin embargo, cuando llega, nos apresuramos a lo siguiente. Pero en algún lugar entre el milagro y la siguiente necesidad, Dios está esperando que volvamos. La gratitud nos frena el tiempo suficiente para reconocer que todo lo que tenemos es gracia.

En esta temporada, podemos dar gracias genuinas a Dios volviendo. Haciendo espacio en nuestros corazones para el recuerdo y eligiendo la adoración sobre la preocupación, y la gratitud humilde sobre la queja.

Cuando volvemos, algo cambia. La gratitud no cambia nuestras circunstancias, pero nos cambia a nosotros. Nos lleva de simplemente recibir regalos a conocer íntimamente al Dador de todo bien y todo don perfecto.

Hay poder en un corazón agradecido. Cuando agradecemos a nuestro proveedor celestial, abrimos la puerta a aún más, y el poder sobrenatural de Dios puede fluir hacia nuestros hogares, nuestras familias y nuestras vidas. La historia del leproso nos muestra que la acción de gracias multiplica los milagros. La sanidad vino por la obediencia, pero la integridad vino por la gratitud.

Tal vez este año no te encuentres en la abundancia, sino en el intermedio de pedir con fe y esperar la provisión de Dios. Tal vez estés orando por el mismo milagro una y otra vez, esperando una respuesta que no ha llegado. Incluso aquí, puedes volver. La gratitud no está reservada para personas cuyas vidas son perfectas; es para aquellos que creen que incluso en el dolor, Dios sigue siendo bueno, que él es suficiente.

En esta Acción de Gracias, ya sea que te encuentres en la abundancia o en la espera, vuelve a Dios. Cae a sus pies con gratitud por lo que ha hecho y con fe por lo que aún está por hacer. Porque el milagro de volver no es solo lo que sucede cuando le agradecemos, es en quienes nos convertimos a causa de ello.

El leproso fue sanado en el camino, pero fue hecho íntegro en la presencia de Jesús. La gratitud lo llevó de vuelta allí, y nos llevará de vuelta a nosotros también.